De nuevo, antes de proceder a la reseña al uso de lo acontecido en esta 4ª sesión hay dos cosas que debo señalar. Lo primero es que, por fin, los alumnos han entendido que los juegos de rol requieren de la colaboración de los diversos componentes de la mesa para alcanzar el éxito. Y eso para mí ya es un éxito de los juegos de rol. Incentivar la colaboración en un contexto en que los valores de la sociedad parecen empujarnos a la lucha continua y despiadada entre iguales es todo un acierto de los juegos de rol. ¿Podría trasladarse esto a, por ejemplo, esos trabajos de grupo que todos hemos hecho alguna vez y en los que siempre hay un par que trabajan mucho y otro par que se columpian?
Lo segundo es que entre algunos alumnos, ha aumentado el interés por los mitos egipcios. Al hacer referencia a lainmortalidad de su alma como recurso para limitar sus acciones violentas y hacerles desarrollar una conciencia propia a su personaje, se ha disparado el interés por las creencias egipcias en el Más Allá y, sobre todo, en Ammit, esa pequeña bestia mitad cocodrilo mitad león que devorará su espíritu si no superan con éxito el juicio de Osiris. Esto hace que recuerde un vídeo en el que Isaac Asimov imaginaba Internet antes de Internet y los beneficios que nos reportaría. Pone el ejemplo de un aficionado al béisbol que acaba interesándose por las matemáticas, la estadística y la física. http://www.youtube.com/watch?v=oIUo51qXuPQ
Después de la paliza recibida por el Golem el grupo de los ladrones y el sacerdote empezaron a cuestionarse las ventajas de avanzar solos por la tumba. El monstruo les había enseñado una dura lección: si no cooperamos todos, no saldremos de aquí con vida.
El resto del grupo, tras explorar dos habitaciones sin éxito reemprendieron la marcha hasta toparse con los avanzados, que todavía se estaban reponiendo de sus heridas. Pasaron por la habitación del tesoro sin problemas y propusieron seguir avanzando.
Un nuevo movimiento de la palanca dejó abierta una nueva puerta. Ésta conducía a un nuevo pasillo en el que hallaron una nueva sala repleta de tesoros, calcada de la anterior. Unas afortunadas observaciones de los ladrones permitieron al grupo detectar una nueva trampa mortal: si alteraban el equilibrio las puertas se cerrarían y se ahogarían en un mar de arena.
El pasillo continuaba, pero se bifurcaba. Uno de los corredores llevaba a un pasillo que era exactamente igual al de las piedras rodantes, así que decidieron mirar el otro. En este segundo pasillo, a un lado, se abría una habitación ocupada por un montón de huesos y armas herrumbrosas poco menos que inútiles. De repente, esos montones se convirtieron en cuatro esqueletos que atacaron al grupo en el estrecho pasillo. Sin embargo, los aventureros se deshicieron rápidamente de la amenaza y prosiguieron su camino.
El pasillo parecía dar paso a una gran sala de paredes ricamente ornamentadas con escenas de todo tipo. Sin embargo, las escenas bélicas destacaban sobre las otras. Una misma figura y un mismo nombre se repetían constantemente derrotando filas de enemigos, pisoteando montones de cuerpos y entregando cientos de esclavos al faraón. ¿Pero no habíamos venido a por un gran sacerdote? Se preguntaron algunos… Bueno, quizás aquel señor de allí nos pueda informar. Al final de la sala un altar ceremonial dejaba entrever el torso y la cabeza de una persona de espaldas que, ante la llamada de los aventureros, se giró. Este ser reveló rápidamente su naturaleza, pues se trataba de un Guerrero escorpión, encerrado allí para proteger el descanso eterno del gran sacerdote. Ante el asombro del grupo se colocó, de un salto, por encima del altar mostrando su mitad inferior, el cuerpo de un escorpión.
Ciertamente, no parecía muy interesado en conversar.