Dudando del sistema de enseñanza

Anarconatxonalisme2No soy pedagogo, ni ministro, ni el peor ni el mejor de los profesores, pero debo ser un hereje porque «la duda es la semilla de la herejía». Y yo he dudado: he dudado del sistema educativo, he dudado de mi función y del papel que desempeño en sociedad, he dudado de los métodos que aplico y de los que aplicaron mis profesores para enseñarme, he dudado de mi efectividad y de los planes de estudios. Y como dudo, leo y experimento. Libertari@s, Elogio del anarquismo y La (A) en la pizarra, me han hecho pensar. Vamos, que en la próxima guerra me fusilan fijo.

Así que me arremangué, cogí el portátil, el rotulador, la libreta de notas y el libro de texto y entré en el aula de 4º ESO C, donde me estaba costando trabajar con normalidad.  Había decidido dar un giro radical al proceso y para solucionar el problema estaba decidido a renunciar a mi autoridad como profesor. La verdad es que, pese a sumergirme en un experimento que no sabía hacia dónde me iba a conducir, la experiencia ha sido realmente muy satisfactoria y extremadamente interesante.

Lo primero que constaté fueron las dispares reacciones de los chavales:

Un grupo, no muy numeroso, decidió aprovechar la oportunidad para no hacer nada, hablar de sus cosas y juguetear entre ellos. Los gamberretes de siempre. Algunos dirán que evidentemente, si no hay dirección, hay descontrol. Pero alumnos que no hacen nada en absoluto, alumnos-mueble los hay en todos los grupos y en todos los centros. Otros, más que los anteriores, decidieron colaborar para hallar la respuesta a las preguntas que debían contestar y corregir, intercambiaban sus opiniones y aportaban ideas para consensuar una respuesta colectiva. Otros, inicialmente la mayor parte, mantuvieron el rol pasivo de cada día, esperaban que alguien les diera la solución correcta sin necesidad de pensar. Algunos pocos se estresaban ante el cambio de sistema.

¿Y acaso no es eso lo que nos pasa a todos? Unos pocos aprovechan el sistema en beneficio propio y perjuicio de la comunidad. La mayoría espera que alguien les haga el trabajo. Otros pocos aportan soluciones y trabajan en beneficio de la comunidad, porque eso repercute en su propio beneficio, o quizás al revés.

Nadie parecía estar satisfecho con el experimento. Aquello era un jaleo y, lo peor de todo, no había nadie que les dijese lo que estaba bien y lo que estaba mal porque no eran capaces de confiar en su propio criterio. Llegado un momento, decidieron someter a votación el regreso al Antiguo Régimen, el sometimiento a la voluntad del profesor, renunciar a su nueva libertad. ¡Vivan la cadenas! Gritó uno de los promotores de la idea.

Tuve que intervenir para reconducir la situación. Ninguno parecía interesado en explotar la nueva situación. Lo más fácil parecía lo que habíamos estado haciendo hasta el momento.

– ¿En serio vais a renunciar a lo que os hace humanos? ¿A vuestra capacidad de decidir? ¿A vuestra libertad? ¿Tanto miedo tenéis? Os veo y no os reconozco…

– ¡Tampoco es eso! Pero si lo dices tú acabamos antes y seguro que estará bien.

– ¿Así que es ese el problema? ¿No confiáis en vuestra capacidad de comprensión y reflexión? ¿Tanto os costaría hacer un intento?

Las cabezas empezaron a funcionar.

-¿Qué tal si apuntamos las respuestas en la pizarra y vemos cuál nos gusta más?

– Mira, eso es una idea. Vamos a probar.

Y funcionó. No fue rápido, no fue silencioso, y no gustó a todo el mundo, pero tampoco antes sucedía. Todo esto, y corregir dos actividades nos llevó una sesión. No está mal para un viernes a última hora de la mañana.

El lunes siguiente volví a entrar en clase en el mismo plan.

– ¿Qué queréis hacer?

-¿Podemos votar dormir?

-Claro que sí, ¿Por qué no?

A algunos les brillaban los ojos: ha dicho que podemos dormir. Las votaciones parecían claras: mayoría de dormir, minoría de trabajar.

– ¿Y que va a pasar con los que dormimos? ¿Nos afectará de alguna manera?

La alegría inicial se desvanecía. La opinión había vuelto a cambiar. Todo eran dudas. No sabían qué hacer. Temían represalias. Y así, tras unos minutos de revuelo, la mayoría tomó la decisión de trabajar. Lo único a lamentar fue que tuve que pedir amablemente a 6 alumnos que abandonasen el aula, pues no dejaban ejercer en libertad el derecho del resto a trabajar.

Una vez pacificado en ambiente la dinámica  fue positiva. Los alumnos consensuaron una respuesta a las preguntas que teníamos que resolver (¿Qué significa el concepto soberanía popular? ¿Qué diferencias hay entre liberalismo y democracia?) y eso llevó a constatar que la política (¡Eso es un rollo!) en realidad les interesa mucho, pero nadie se ha parado a pensar en ello ¿Por qué el día a día no es así? ¿Por qué no se pregunta a la gente lo que quiere? ¿Por qué siempre mandan los mismos? ¿Qué es la anarquía? ¿Y el comunismo? ¿Se puede vivir sin dinero? ¿Qué necesitamos? ¿Qué nos dice la tele? Y así hasta que sonó el timbre, un alud de preguntas incesante.

Después de esto ya no me creo, como pensaba antes de empezar a enseñar, que en absoluta libertad un alumno escogería no trabajar. La curiosidad innata en el ser humano les llevaría a aprender. El problema es que querrían aprender aquello que a algunos diseñadores de planes de estudio no les interesa que se aprenda. ¿Verdad?

¿Qué podemos esperar del alumno que lleva años, toda su vida académica, contestando preguntas simples cuya respuesta está destacada en negrita en el libro de texto? ¡No vaya a ser que se pierda! ¿En qué habrá mejorado eso sus capacidades si llegados a 2º de bachiller no son capaces de hallar las ideas fundamentales de un texto que, atención, no tiene nada destacado en negrita. ¿De qué le servirá repetir este proceso una y otra vez en quién sabe cuántas asignaturas diferentes a lo largo del curso si una vez desprovisto del libro no sabe cómo actuar?

No podemos esperar nada, no habrá mejorado nada, y no servirá de nada. Un ser inútil y sumiso ante un totalitarismo amable. Sumiso ante la familia, respecto al padre y la madre; sumiso ante la pareja, respecto al otro; sumiso ante la escuela, respecto a los compañeros, el modelo, el profesor y la línea ideológica dominante; sumiso ante el trabajo, respecto al jefe, el horario, el beneficio y la productividad. Y aún así, conscientes como somos, porque la vida no es fácil y yo me deslomo para que puedas tener todo lo que tienes y me pides sin saber si realmente lo necesitas o no, aún así, esperamos formar seres humanos con conciencia democrática.

El resultado, y lo estamos constatando diariamente, es la formación de un conjunto de ciudadanos-súbditos incapaces de actuar de manera autónoma, una gran masa apática, acomodada, resignada, inexpresiva, carente de interés por el entorno.

¿Pero cómo es posible si hemos establecido unos criterios educativos que nos permiten cuantificar numéricamente el éxito y el fracaso? ¿Cómo es posible si en las estadísticas aún hay más aprobados que suspendidos? ¿Y cómo es eso posible si el centro de mis hijos aparece en un prestigioso ranking nacional?

¿Acaso habéis visto las programaciones que se cuelgan en las páginas webs de los centros de enseñanza (al menos de aquellos que lo hagan)? Todo es relleno, todo es palabrería decentemente adornada por las mentes pensantes de los ministerios para hacernos ver la cantidad de cosas que aprenderán los chavales. Pero nos engañamos, no nos engañan, porque ¿Quién enviaría a su hijo a un centro que reconociese educar para el servilismo?

Al final, al margen de los rankings, de lo público, privado o concertado que sea un centro, el objetivo último es crear un producto estandarizado fácil de evaluar estadísticamente. Y para eso están los exámenes, iguales para todos, sea como sea el alumno.

Como dijo Einstein, más o menos, «no todo lo que cuenta puede contarse, y no todo lo que puede contarse, cuenta«.

1ª sesión: Un domingo por la mañana…

Corría el año de Nuestro Señor de 1808 y los protagonistas de nuestra historia se hallaban reunidos en una taberna madrileña aquel domingo 1 de mayo, en aquellos tiempos en que obreros y sindicatos todavía no salían a la calle. Habían sido convocados por el Marqués de Navarrete para desayunar y ponerse al tanto de las últimas noticias.

El variopinto grupo estaba compuesto por el Barón Simón,  amigo del Marqués y oficial expulsado del ejército por discrepancias con los franceses; Don Aquiles, secretario del Barón e ilustrado que oculta ciertas simpatías por los franceses; el mosén Iván, antiguo párroco castrense en deuda con el Marqués; y Pepe Gatillo, soldado que se encarga de los asuntos sucios del Marqués.

Estando en la taberna apareció el Marqués en persona, elegante y apuesto, para aclarar el motivo de la reunión. Tras saludar convenientemente a cada uno de los miembros del grupo según su estatus social (privilegiados y no privilegiados) empezó a preguntarles por sus opiniones sobre la situación del país, la presencia de las tropas francesas, las nuevas ideas venidas de Francia, el exilio de la familia real…

De esta manera empezaron los jugadores a meterse en la piel de sus personajes y a responder según la situación de éstos, no según sus inclinaciones propias. También sirvió para constatar si habían estado atentos durante las explicaciones en clase, porque cuando juegas a rol con tu profesor no puedes bajar la guardia ni un momento.

Tras romper el hielo con una charla relajada el Marqués expuso el motivo de la reunión. Resulta que hace poco coincidió en una fiesta con la joven más hermosa de Madrid, la hija del Señor Santa Rita, proveedor de alimentos de la ciudad de la Villa y acaudalado burgués. Su belleza dejó prendado al Marqués quien, desde que enviudó, busca a una joven que dirija su casa. Además, según cuenta él, la joven está igualmente interesada en la relación. Sin embargo, su padre no quiere oir hablar de matrimonio porque, se comenta, hay un oficial francés de alto rango que anda detrás de su hija. ¿Y qué idea corre por la cabeza del Marqués? Raptar a la novia esta misma noche, llevarla a Toledo, a casa de unos amigos, y celebrar allí la boda, contraviniendo la voluntad del padre de la muchacha.

Pero para llevar a cabo el secuestro el Marqués necesita ayuda. Aquí entran los jugadores, que deben averiguar cuánta gente vive en la casa, cómo es por dentro, quién trabaja allí, etc.

Justo antes de abandonar la taberna, los personajes observan cómo el Marqués lanza miradas desconfiadas a uno y otro lado de la calle. ¿Sospechoso?

Cuando se quedan solos, los protagonistas empiezan a trazar un plan que, por muy absurdo que sea y pese a los consejos del máster, deciden ejecutar. Según el plan, el soldado, que va vestido de paisano, será el encargado de entrar en la casa con la excusa de que hay un ladrón mientras el resto del grupo espera en la taberna. Como era de esperar, el servicio de la casa no se traga la mentira, ejecutada torpemente. Muy torpemente.

-Toc toc

-Buenos días, ¿Qué desea?

-Yo… soy un soldado

-Ya…

-Y creo que hay un ladrón…

-¿Dónde?

-En su casa… creo…

Y así… hasta que vieron que aquello no funcionaba. En la taberna decidieron otras alternativas, más complejas aún… El Barón Simón decidio tirar de contactos para obtener una orden falsa que le permitiera patrullar las calles con su amigo el soldado, y pese a lo absurdo de los argumentos consiguió un documento que por lo menos autorizaba a salir de noche sin resultar sospechoso a las rondas nocturnas. Luego, decidieron que el soldado debía ir al cuartel a por su uniforme y sus armas para poder entrar en la casa del burgués Santa Rita. De nuevo la situación fue un tanto ridícula.

-Hola… soy un soldado y vengo a trabajar.

-Hoy no le toca a usted.

-Ya pero quiero hacer horas extras.

Ni siquiera la intervención del Barón Simón arregló las cosas, quien, con la excusa de que un soldado le había mirado mal, intentaba abrirse paso hasta las salas comunes de la tropa.

Y mientras tanto, el secretario y el cura esperaban en la taberna… toooooda la mañana.

A la hora de comer, y tras no haber conseguido nada relevante, decidieron ir a hablar con los vecinos y observar la casa, su movimiento, su ajetreo cotidiano… El párroco hizo su intento de entrar en la casa. Así, con la excusa de que se marchaba de la ciudad para siempre había decidido entrar a bendecir todas y cada una de las casas de Madrid. No tuvo éxito. Sin embargo, preguntando más o menos discretamente a los vecinos consiguieron averiguar quién componía el servicio y en qué consistían los negocios del Señor Santa Rita.

Y por fín, a media tarde, lograron entrar en la casa. La excusa fue el interés por comprar el inmueble por parte del Barón, quien logró que el propio Santa Rita le mostrara la casa por dentro y que, incluso, le invitara a cenar. Lo curioso es que, y aún están dándole vueltas a esto, el burgués se mostrara tan simpàtico pese a haber pifiado el Barón las tiradas de engañar. ¿Por qué?

Enlace a la 2ª parte.

Napoleón y cartas de Magic: Una nueva aventura con alumnos

Terra

Por esta razón no publico tanto como me gustaría…

Con algo de retraso (he de reconocer que la mudanza y adecentamiento de un piso exigen mucho tiempo) por fin me he puesto manos a la obra con un nuevo grupo de jugadores/alumnos para enseñarles algo de Historia y gestión del tiempo libre. Sin embargo, la aparición de un nuevo competidor (en realidad otra forma de ocio) ha estado entorpeciendo el que hubiese sido el desarrollo normal de las sesiones. Resulta que Magic The Gathering ha entrado con relativa fuerza en el nuevo grupo de jugadores, y parte de la culpa es mía, que me puse a enseñarles a jugar en la hora del patio.

En fin. Hace unas dos o tres semanas, mientras explicaba el Antiguo Régimen, un alumno de 4º de ESO vino con una triple necesidad de información:  Primero, ¿Qué hizo Napoleón?; segundo, ¿Vas a volver a hacer eso de los juegos de rol?; y tercero, ¿Tú conoces Magic?

Así que, solícito, me propuse atender sus preguntas y, de este modo, me encontré de nuevo enseñando Historia y jugando a rol los lunes por la tarde y haciendo clases de Magic a la hora del patio.

Resultaba evidente que, por alguna razón, Napoleón había despertado el interés de alguno de mis alumnos, y no es para menos. Como personaje histórico sus campañas son grandes trasfondos para aventuras sin par y para grandes juegos de mesa. Muchos alumnos se sienten maravillados cuando ven cómo Napoleón lideró sus tropas desde Francia hasta Rusia. Otros exclaman ¡Qué jefe! cuando se les explica cómo se coronó a sí mismo emperador dejando al Papa con cara de ¡WTF! Ese bribón corso, que salva a Francia, domina Europa, es derrotado, enviado a la isla de Elba, se escapa, rehace su ejército, planta cara de nuevo a las monarquías europeas para ser derrotado y desterrado definitivamente a Santa Helena es todo un fenómeno. ¡Eso es una aventura!

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PJs, PNJs y esbirros franceses

En mi cabeza se formó una idea: Napoleón + juego de rol = 1808 o al menos fue lo primero que pensé. Sin embargo,  es un juego que nunca he puesto en práctica y cuyo sistema no domino. Sabiendo que no iba a tener tiempo de preparar algo decente,  decidí coger el Sistema Madre de Ludotecnia y hacer unas fichas para la ocasión.

Como escenario decidí hacer una fusión entre la aventura introductoria de 1808 y Un asunto de honor, del básico del Capitán Alatriste. El objetivo sería sencillo: rondar a una hermosa madrileña. Sin embargo, como suele pasar en cualquier aventura, nada es lo que parece y los personajes se ven involucrados en un sucio asunto de traición y espionaje. Por cierto, ¿Os había dicho que la visita a la casa de la muchacha acontece el 1 de mayo de 1808 y que al día siguiente se arma la de Dios?

Los juegos de rol en un centro de menores

Comparto una nueva experiencia de juegos de rol en entornos educativos de la que tuve conocimiento hace poco, creo que q través de Freak Times.

En este caso, y como dice su autor, no se trata de una experiencia en una clase de 20 a 30 alumnos, que es lo usual por aula. Aquí el trabajo se desarrolla en un centro de menores con niños y niñas necesitados de atención y en riesgo social donde el máster debe tratar de, anteponiendo los objetivos educativos al argumento de cualquier aventura, trabajar entre otras cosas la empatía y las habilidades sociales de los chavales.

Enlace.

 

El archiduque Carlos y sus lejanas posesiones

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Si el del cuadro fuese el Archiduque y no Felipe V se podría entender lo de Australia

Pregunta de examen: ¿Qué candidatos se enfrentaron en la Guerra de Sucesión al trono de la Monarquía Hispánica?

Respuesta: Felipe V y Carlos de Australia

Pregunta de examen: Dime 4 territorios que cambian de propietario por el Tratado de Utrecht

Respuesta: Menorca, Milán, Gibraltar y Sebolla

Historia, 4º de ESO.

Rvbicon y «1714: El cas dels catalans»

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El tablero en los compases iniciales

El domingo pasado tuve ocasión de asistir al evento organizado por la asociación de jugones Rvbicon en L’Hospitalet de Llobregat en la que organizaban partidas de muestra del juego «1714 el cas dels catalans«, diseñado por Ivan Prat, Isabel Fernández y Jordi Prieto, miembros de la misma.

Llegué puntualmente al lugar y rápidamente me asignaron una mesa de juego donde 2 o 3 miembros de la asociación hacían de orientadores/jugadores. Se decidió prescindir de la parte diplomática para agilizar el desarrollo del juego, y aunque estuvimos 3 horas jugando no llegamos a ver el final de la partida. Hay que decir que leimos una por una en voz alta cada una de las cartas, pedimos consejo, repasamos las reglas y resolvimos dudas.

Esperaba encontrar un clásico juego de mesa como el Axis & Allies, donde un par de jugadores llevarían a Francia y España y el resto a los aliados. Sin embargo el planteamiento era muy diferente. Los jugadores, en realidad, dirigen a las potencias aliadas (Gran Bretaña, Holanda, Austria, Saboya y Portugal) en su competición por hacerse con los territorios de la Monarquía Hispánica y otras concesiones de ultramar. No es, por tanto, un juego colaborativo. Así que, antes de que ganen los borbónicos, algo casi inevitable, la misión de cada jugador (hasta 5) es hacerse con el mayor número de concesiones territoriales, y si para ello hay que obstaculizar el progreso de uno de los aliados pues se hace. Poseer esta concesiones será lo que otorgue más puntos de victoria al final de la partida.

¿Y cómo se obstaculiza? Hay numerosas cartas que obligan a colocar o recolocar tropas borbónicas por el mapa, por ejemplo obstaculizando el camino de un aliado hacia París o Madrid. Otras cartas te permiten robar o cambiar territorios que otorgan puntos de victoria. Otras cartas, que representan derrotas aliadas como Almansa, obligan a eliminar tropas aliadas que no tienen por qué ser las propias. Evidentemente, todas estas puñaladas y tropelías pasarán factura  en algún momento. Así que sí, las cartas tienen gran importancia: permiten ganar recursos, hacer movimientos, eliminar o poner tropas, acelerar o ralentizar el asedio de Barcelona y su elección determina el orden de actuación de los jugadores.

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Un placer para la vista

¿Y qué puede hacer un jugador? Atacar (las batallas se resuelven pagando recursos, que variarán según el momento de la guerra en que estemos, y sin dados ), mover o crear tropas, mejorar la opinión pública (algo que nos mantiene o nos saca de la guerra) y ganar recursos.

¿Y los borbónicos? Pues no atacan, y se ven relegados al papel de unos PNJs que se mueven en función de la buena o mala voluntad de los jugadores (generalmente mala).

Por otra parte el diseño gráfico es estupendo, a la altura de grandes producciones lúdicas, tanto en el tablero como en las cartas, aunque aún habría algún detalle a pulir, como la visibilidad de los iconos que afectan al asedio de Barcelona. El tablero está dividido en hexágonos y las cartas incluyen ilustraciones de la época.

Creo que han conseguido un juego con muchas posibilidades de éxito, no sólo en el mercado nacional, aunque debería jugar más partidas para emitir un juicio más objetivo y completo. Personalmente, la ambientación se encuentra entre mis favoritas para desarrollar un juego de mesa o de rol (que todavía echo en falta) y creo que no está suficientemente bien explotada pese a lo mucho que significó la Guerra de Sucesión a nivel mundial, imponiendo el equilibrio de fuerzas entre las potencias europeas y enterrando definitivamente la hegemonía hispánica. Además, el juego cuenta con una intención pedagógica que, si bien es notable en el desarrollo del juego y las cartas, es difícil de desarrollar en un aula, por ejemplo. Pero claro, ese no es el objetivo del juego.

Por último, habrá que estar al tanto de las iniciativas orientadas a su publicación, ya que todo apunta a la utilización de un recurso cada vez más utilizado por los creadores independientes como es el Verkami. ¡Ojalá haya suerte, el juego merece una oportunidad!