Vamos avanzando con paso firme y constante en este proceso. Algunas de las dudas que planteaba y me atenazaban al principio van obteniendo respuestas. Sin embargo, como en cualquier viaje aparecen nuevos retos. Ahora, uno de los problemas a los que me enfrento es determinar a quién dar medallas. Lo más fácil es, como se ha hecho siempre, asignar puntos positivos a los alumnos más trabajadores, los que sacan mejores notas y que más se esfuerzan. Sí, aquellos a los que sus compañeros llaman pelotas y empollones.
Hasta el momento he entregado medallas a los primeros clasificados de los meses de septiembre y octubre. También ha habido medallas para las dos mejores notas de los exámenes.
Sin embargo, percibo que estoy entregando menos medallas de las que me gustaría. Tal como había establecido en las normas de juego, pensaba entregar medallas por cosas como corregir los deberes de forma voluntaria, ayudar a los compañeros, mantener una actitud correcta en clase y para quien tuviera el material preparado antes de que llegase el profesor. Es decir, tenía pensado entregar recompensas teniendo en mente el modelo de trabajo anterior a la gamificación. Y creo que es un error.
Este es el año que menos deberes estoy enviando para hacer en casa. Prefiero trabajar en clase en forma de proyectos o analizando textos y haciendo la corrección, en ocasiones, casi de forma individual. Creo que es mejor dejar que en casa los alumnos dediquen su tiempo a otros menesteres. Por otro lado, me resulta complicado establecer qué alumnos están ayudando a otros a completar sus deberes o a resolver dudas, y siempre resulta más fácil para los docentes señalar quiénes tienen una muy mala actitud, cosa que no les hace merecedores de una medalla. Por último, este año me encuentro con que por razones de la dinámica de centro, son muchas las clases a las que entro yo antes que ellos.
Una idea que me sugirió mi mujer para determinar a quién entregar medallas es pasarles una encuesta. En ella les preguntaría quiénes serían, a su juicio, merecedores de medallas por generar un buen ambiente en la clase, colaborar con los alumnos en dificultades, poner algo de orden en el caos o sacarles una sonrisa. La verdad es que pocas veces les tenemos en cuenta a la hora de evaluarse como grupo o clase, y sean o no de mi tutoría, sería una práctica interesante.
A estas alturas de noviembre la mitad de los alumnos con los que gamifico ya han alcanzado el nivel de caballeros, con lo que tienen la materia aprobada. Además, hay un grupo de 6 alumos y alumnas que están iniciando la recta final del ascenso al trono. Al parecer, podríamos tener un o una monarca para el Trono de Hierro justo a tiempo para el final del trimestre, tal como estaba previsto.
Por otro lado, desde la última entrada del diario se ha confirmado mi presencia como ponente en un seminario y un taller sobre gamificación organizado por la Fundación Jaume Bofill junto a otros cracks en la materia (Oriol Ripoll, Pere Cornellà i Christian Negre). Seré sincero, yo me había apuntado primero como observador en el seminario y el taller. Quería escuchar a los que más sabían del tema para ver si estaba haciéndolo bien. No os podéis imaginar lo contento que estoy de que cuenten conmigo para explicar mi experiencia en 2º de ESO. Todo parece indicar que estoy en el buen camino.
Os mantendré al tanto de todo.