Mirad, los putos amos son gente normal, pero están muy concienciados y quieren cambiar la educación de este país a mejor. Podrían hacerlo si les dejaran. Tienen talento, tienen maletas llenas de recursos (¡un matamoscas, por Dios!), tienen la cabeza llena de ideas y métodos: la gamificación y la neurodidáctica (por decir dos de las que se nombraron). Lo mejor de todo es que están dispuestos a usarlo todo para mejorar la educación de este país, legisle quien legisle y le pese a quien le pese.
Los putos amos se llaman Javier Espinosa (@javiesping), Manuela Mena (@manuelamenaoct), Salvador Carrión (@salva_cv), Montse Martín (@Negrevernis), Juan Fernández (@FernandezGalera), Carlos Mora (@carlosmora1992), Chema Lázaro (@lepetitpan) y Jaione Pozuelo (@JaioneP), que estuvo aunque no estuvo. Y bueno, yo también andaba por ahí.
Este grupo tiene algo de lo que muchos profesionales carecen: pasión por su trabajo y una capacidad de entrega absoluta e incondicional. Sus parejas dirían que demasiada entrega y demasiado incondicional.
El sábado 23 de enero les tocó hacer una de las cosas que más les gusta, contar lo que hacen a quien les quiera escuchar, generalmente otros docentes como ellos. A sus charlas acuden los que de verdad entienden lo que es la enseñanza. Por eso no veréis ministros ni secretarios de educación.
El marco fue la jornada Colaborar para enseñar, organizada por la Fundación Colegio Base y la Asociación Espiral en el Medialab de Madrid. Esta jornada tenía como objetivo principal mostrar una selección de experiencias basadas en la colaboración entre centros para desarrollar un proceso de aprendizaje de calidad. A ello dedicaron la mañana, y no fue hasta la tarde cuando, a partir de les 16:00 horas, empezaron los talleres. Bueno, empezó EL taller de gamificación.
Vestidos con rudimentarios trajes antibacteriológicos, batas de médico, mascarillas y guantes de látex, estos expertos de la educación en distintos niveles se conjuraron para acabar con el virus responsable de todos los males de la enseñanza, el apatovirus.
Este terrible patógeno puede provocar apatía, aburrimiento, somnolencia, ataques de ira, incontinencia verbal y otros comportamientos erráticos que afectan a nuestros estudiantes. También a nuestros a profes. Se propaga con las temperaturas extremas y los malos olores.
La solución al apatovirus: la gamificación.
En un improvisado laboratorio en cuarentena, este equipo atendió a un grupo de más de 30 profesionales de la enseñanza. Tras someterles a un chequeo médico y a un tratamiento de choque de 2 horas y pico de duración, a cada uno de ellos se les inoculó el antivirus definitivo, la vacuna eficaz y probada.
El taller se divisió en dos partes. En la primera, cada uno de los talleristas hicimos una breve presentación de nuestras experiencias y el camino recorrido para llegar a encontrar la fórmula que nos permitió luchar contra el apatovirus. Se habló de piratas, hospitales, razas alienígenas, viajeros en el tiempo, puntos de experiencia, medallas, juegos, hechizos…
En la segunda parte del taller, dimos paso a una alocada carrera para conocer los elementos que definen el concepto gamificación: mecánicas, dinámicas, narrativas, tipos de jugadores… 10 minutos por grupo fue el tiempo justo para romper el hielo con un juego (diferente en cada una de las 7 mesas), y presentar lo más importante de cada uno de los elementos citados. Los nervios se disparan, el cerebro se activa y el discurso fluye de forma natural. Como última actividad, los sujetos del experimento tuvieron que formar la palabra gamificación en el suelo con sus cuerpos. Cruel, pero divertido.
Como formador, tengo la impresión de haber asistido a algo único e irrepetible. Algo que puede haber marcado un hito profesional. ¡Qué demonios! Esto puede marcar un hito a un nivel mucho mayor si sabemos venderlo y movernos.
A tal fin, nos acabamos juntando en torno a una mesa baja para estampar nuestras firmas en el documento fundacional de una asociación de profes gamificadores e innovadores. La idea es sencilla, dominar el mundo hacer todo lo posible para transformar el concepto de enseñanza en este país. Y si hay que hacer una web, pues se hace…
Vamos, que cuando hagan la película podré decir que estuve allí. Si os parece voy sugiriendo el texto para la cartelera:
Son profes, son jóvenes, tienen un proyecto innovador y están dispuestos a usarlo.
Antes de marchar, solo me queda agradecer a la gente de la Asociación Espiral y la Fundación Colegio Base el haberse puesto en contacto conmigo y permitirme disfrutar de esta fantástica experiencia. Y un último consejo, háganme el favor de no perderles la pista a ninguno de estos profesionales, a los que no pudieron asistir, a los que están llegando y a los que han de llegar.
Pd: Aquí os dejo este enlace, que contiene otro análisis del evento y muchas imáganes.