Aventura: 1 y 2 de mayo

He colgado en la sección de descargas un archivo con el argumento de la partida que desarrollé con mi último grupo de alumnos centrada en las jornadas del 1 y 2 de mayo de 1808. Incluye también dos fichas de PJ creadas especificamente para la partida y basadas en las de los cliffhangers de Ludotecnia. También he añadido las historias de los PJ’s de mis alumnos y un grupo de civiles y soldados franceses de Junior General.

El objetivo de este trabajo, más que aportar una trama cerrada y elaboradísima,  era facilitar la inmersión de los alumnos en aquella época. De ahí que no me haya devanado los sesos en exceso con los detalles y pormenores de la trama. Por otra parte, debo señalar que la idea de la aventura no es original ya que me he servido de dos aventuras introductorias de juegos distintos: 1808 y el Juego de rol del Capitán Alatriste.

La historia comienza como una misión algo comprometida, un secuestro, pero se acaba convirtiendo en parte de una conspiración mayor que coloca a los PJ’s en el punto de mira de los franceses.

Si alguna vez la ponéis en práctica, espero que vuestros jugadores disfruten tanto como lo hicieron mis alumnos a lo largo de las tres sesiones en las que se sumergieron en la vida de la España moderna. Por otra parte, este tipo de estructura bastante abierta puede ser adaptada a muchas otras épocas. Así, antes de que mis alumnos decidieran ambientar la partida en la época napoleónica yo tenía pensado hacerles revivir la Guerra de Sucesión, sustituyendo a los franceses por las tropas de los Borbones, a los patriotas por partidarios de los Habsburgo y a Madrid por Vic o Barcelona.

Por último, deciros que tenéis el desarrollo de la aventura en la sección de sesiones de juego.

Edito: Olvidé comentar que para la partida y las fichas utilicé, de manera muy personal, las reglas de los Cliffhanger de Ludotecnia, repartiendo 20 puntos entre las habilidades de cada personaje y realizando las tiradas de dificultad con 1d10.

3ª sesión: Y llegó el 2 de mayo

Me gustaría empezar diciendo que hacía mucho tiempo que no dirigía una partida que me dejase tan buenas sensaciones. La verdad es que la satisfacción no ha sido sólo mía, los jugadores se han quedado con ganas de más. Lo malo es que limitándome a contar el desarrollo de la partida no puedo haceros partícipes del grado de satisfacción general y personal.

Si he de elegir un momento concreto, uno determinante, que me haya indicado que iba por buen camino, ese ha sido cuando uno de los PNJs ha respondido a la pregunta de uno de ellos:

– ¿Qué día es hoy?

– 2 de mayo.

Y la cara se les ha iluminado. Sabían de qué iba el asunto y querían estar a la altura de las circunstancias. Había un compromiso personal en la actitud que tomaron. No sólo ellos como jugadores, sino su interpretación y sus personajes tenían que estar a la altura de las circunstancias.

La verdad es que cuando se me metió en la cabeza la idea de dirigir partidas a los alumnos con un trasfondo histórico lo hice con la idea en mente de que pudiesen sentirse protagonistas de los grandes momentos, de que entendiesen que la Historia no es una lección inerte en los libros de texto y los museos. Y con este escenario creo haberlo conseguido. Han empezado la sesión condenados a muerte, creyendo que saldrían en los Fusilamientos del 3 de mayo de Goya. Han corrido entre las balas de los fusiles y cañones franceses, escondiéndose entre los cadáveres y el humo de las detonaciones. Han callejeado por Madrid para evitar caer en manos de los mamelucos, salvando de este modo la piel. Han lamentado al unísono cada una de las heridas de sus personajes y celebrado cada uno de sus éxitos.

Así que, como os contaba, los protagonistas fueron llevados hasta la Prisión Real, donde iba a estar detenidos hasta el amanecer, cuando les iban a fusilar. Pasaron la noche en vela, negándose a aceptar que fuesen a morir, tratando de hallar alguien a quien sobornar, un barrote que forzar, un milagro, en definitiva. Y este llegó en forma de Marqués de Navarrete. ¿Pero acaso no les había traicionado?

Efectivamente. Se vio obligado a entregarles como cabeza de turco para evitar delatar a personajes más importantes de la Corte que conspiraban para organizar un levantamiento militar. Los franceses retenían a su hijo, y por eso les traicionó. Sin embargo, ahora regresaba para salvarles la vida minutos antes de que llegase el pelotón francés de fusilamiento. ¿Qué iban a hacer? ¿Confiar de nuevo en él o afrontar la muerte?

Por unanimidad aceptaron ayudarle a rescatar a su hijo, pero con la promesa de recompensas posteriores. Tras pasar un par de horas escondidos en algunas dependencias de la prisión consiguieron salir sin llamar la atención, y justo cuando se acercaban a la Plaza Mayor comenzaron a escucharse una serie de detonaciones desde el Palacio. En minutos corrió la voz: ¡Los franceses se llevaban al infante! ¡Han abierto fuego contra la multitud!

Los protagonistas debatieron qué hacer. Algo en los más hondo de su ser les empujaba a buscar a los franceses, aún sin armas, pero también debían ayudar al Marqués. Optaron por tomar el camino largo hacia la casa donde custodiaban al marquesito, lo que les acercaba al epicentro de los combates. Dejando atrás cadáveres y barricadas se acercaron hasta donde pudieron conseguir armas para su propósito, y tras abrir fuego contra los pelotones franceses de la Plaza de Oriente se marcharon

Por el camino tuvieron que esquivar cargas de caballería  y pelotones de soldados que abrían fuego indiscriminadamente. Algunos de los disparos les alcanzaron pero, por suerte, de manera superficial. Otros paisanos que caían a su alrededor no tuvieron tanta suerte.

Finalmente llegaron hasta la casa donde retenían al hijo del Marqués. Aquella zona, casi en las afueras, no se había visto afectada por los combates. La casa, con todas las ventanas cerradas, tenía un jardín en la parte trasera. No parecía haber nadie, pero el Marqués sabía que dos guardias custodiaban a su hijo. El plan era intentar entrar con sigilo y todos, menos uno de ellos, lo lograron. Alertado por el escándalo de unas sillas y mesa que caían por el jardín, uno de los guardias abrió la puerta para recibir una lluvia de plomo que lo dejó inmóvil recostado contra la pared. Era necesario actuar con rapidez. El soldado y el marqués entraron en tromba en la casa esquivando el disparo del fusil del segundo guardia. Un par de puñetazos lo derribaron, quedando en el suelo clamando clemencia.

Allí, en una de las habitaciones se hallaba el hijo del Marqués, sano y salvo. Padre e hijo se reunieron, eternamente agradecidos y en deuda con el grupo de valientes que lo habían hecho posible.

A partir de ese momento cada uno decidió seguir su camino. El Marqués regresó a casa para dejar a su hijo en lugar seguro, el Barón y el soldado decidieron regresar al lado del pueblo madrileño para ocupar su lugar en la lucha, el secretario del Barón consideró que no merecía la pena enfrentarse al mejor ejército del mundo, y el sacerdote volvió a su parroquia para rezar y atender a los moribundos.

2ª sesión: Un domingo por la noche… (2ª parte)

Tal como recordaréis algunos, los jugadores habían caído en una encerrona: el carruaje que debería haber estado ocupado por el Marqués contenía, en realidad, tres soldados franceses con su oficial. Por si no fuese bastante, por el otro extremo de la calle llegaba el oficial francés François de Maginot para rondar a la joven hija del Señor Santa Rita.

En un extremo de la calle, los soldados franceses apuntaban a los personajes con sus fusiles y no parecían tener reparos en disparar si no se entregaban. Por el otro lado, el oficial Maginot estaba siendo distraído por el soldado Pepe Gatillo, que no percibió cómo otros dos guardias franceses se acercaban hacia él.

Sin embargo, antes de que pudiesen tomar una decisión, los más observadores vieron cómo el cañón de un arma apuntaba hacia la calle desde una de las ventanas de la casa de Santa Rita. La acción se desató sin dejar tiempo para pensar: un disparo pareció impactar sobre uno de los guardias que, desconcertados, se cubrieron contra las paredes al tiempo que se abría la puerta de la casa y alguien gritaba a los protagonistas para que entrasen a guarecerse. Simultáneamente al tiroteo, Pepe Gatillo era reducido por los guardias tras recibir un impacto de uno de sus fusiles.

Dentro de la casa uno de los miembros del servicio atrancó la puerta para impedir el paso de los guardias y permitir la fuga de los jugadores. Éstos fueron invitados a subir al piso superior para escapar a través de una de las ventanas. De este modo, llegaron hasta el despacho de la planta superior guiados desde atrás por un criado, pero una vez dentro éste cerró la puerta y echó la llave. El barón Simón se dirigió a la ventana para descubrir que estaba cerrada. ¡Les habían encerrado en aquella habitación!

No había tiempo que perder, se escuchaban muchos pasos subiendo las escaleras. De un disparo con su pistola el barón abrió la ventana para descubrir que se abría al patio trasero de la casa y que allí había otro soldado francés apuntando con su rifle. El barón y su secretario decidieron lanzarle un mueble y esperar a que entrasen los guardias por la puerta para abrir fuego contra ellos. Mientras, el párroco observó sobre la mesa unos mapas y documentos bastante curiosos.

Los franceses les invitaron a rendirse, pues no había escapatoria. Sin embargo, los jugadores decidieron tumbar una mesa para que el párroco se cubriese con ella, así los franceses al entrar recibirían un disparo sorpresa. De este modo, el barón y su secretario fingieron rendirse, los guardias abrieron la puerta y el párroco… se rindió.

Al salir de la casa los jugadores observaron sorprendidos al señor Santa Rita y miembros de su servicio confraternizando con la tropa francesa. Por si eso no fuese poco, al llevárselos al carro donde sería transportados, vieron al Marqués de Navarrete hablando con François de Maginot. Su rostro mostraba un gran arrepentimiento, pero aquello no consoló a los jugadres.

– ¿De qué nos acusa oficial?

-¿Y usted lo pgegunta? ¡Guesistencia al aguesto, abgig fuego contga soldados fganceses y conspigación! ¡Las cagtas y planos demuestgan que tgamaban algo!

– ¡Eso no es nuestro!

– Clago… eso díganselo al pelotón de fusilamiento… jajaja.

Maniatados, los protagonistas fueron conducidos a la cárcel real para pasar la que sería su última noche con vida. ¿O no?

Enlace a la 4ª y última parte.

2ª sesión: un domingo por la noche… (1ª parte)

Una nueva semana más y una nueva constatación más: cuando uno de los alumnos se mete en el papel es capaz de, voluntariamente, sacar a relucir sus conocimientos de la materia a través de su personaje, cumpliendo así uno de los objetivos manifiestos de estas sesiones, aprender conceptos y obtener conocimientos de la época en que se desarrolla la aventura. Durante la cena que mantuvo uno de los personajes con uno de los PNJ’s el jugador aprovechó para hablar de las virtudes y defectos de Napoleón y del ejército francés, así como de reflejar la opinión que un noble español podría tener de los ocupantes franceses. La verdad es que dio pie a unos minutos de auténtica interpretación.

Así pues, moría la tarde y empezaba a anochecer en las calles de Madrid aquel domingo 1 de mayo. El Barón Simón se encontraba en casa del señor Santa Rita, adinerado burgués madrileño, comerciante de alimentos. El Barón había sido invitado a cenar y había aceptado con la esperanza de obtener alguna información relevante de las ideas del burgués, de la casa, sus empleados, contactos, etc.

Durante la cena, en la cual estaba presente la hija del burgués que había de ser secuestrada, se estableció una cordial conversación sobre una importante variedad de temas. Hablaron de política, con el permiso de la dama, sociedad, modas… y cuando ésta se retiró a sus aposentos el Barón sacó el tema de los pretendientes de su hija.  Resulta que había un oficial francés de alto rango, un tal François de Maginot, que se perfilaba como el mejor candidato para obtener la mano de la muchacha.

La cena y posterior tertulia acabó a eso de las diez y el grupo volvió a reunirse para decidir los siguientes pasos a seguir. Decidieron que, con la información que tenían de la casa, el servició y la familia, irían a casa del Marqués de Navarrete para informar y retirarse, porque eso de secuestrar damas estaba feo y no era tan asunto suyo. Además, empezaba a refrescar y Madrid de noche, con o sin guardias franceses, podía ser muy peligroso.

Cuando llegaron al palacete del Marqués en las afueras de Madrid, descubrieron que éste ya se había marchado. De hecho, según su servicio, con actitud reticente y nerviosa, el marqués había pasado toda la tarde fuera y no se les esperaba hasta muy tarde.

Había que correr de nuevo hacia casa del señor Santa Rita, y había que llegar antes que el Marqués para poder informarle. Por suerte, así lo hicieron. Las calles en torno a la casa estaban vacías pero se veía movimiento de luces en el interior de la casa. A los pocos minutos de ocupar posiciones en las calles cercanas escucharon el sonido de un carro acercándose por el otro extremo de la calle. Éste se detuvo a una distancia prudencial del domicilio, pero suficiente como para que los jugadores identificaran el emblema del Marqués de Navarrete. Por la pequeña ventana del carruaje una mano les hizo señas para que se acercaran. Los jugadores obedecieron sin dudar (ay, es que son novatos…).

¡Its a trap!

¡Its a trap!

Justo cuando pasaban por la esquina de las calles donde estaba la casa, el soldado Gatillo divisó una figura que andaba tranquilamente en dirección a la casa. Se trataba de un oficial francés, su uniforme le delataba. ¿Qué hacía allí a tan altas horas? El soldado se acercó a entretenerle para evitar que viese al resto del grupo con el Marqués. Para sorpresa del español se trataba de François de Maginot, el pretendiente de la muchacha que contaba con el favor del señor Santa Rita. ¡Su presencia podría dar al traste con los planes del grupo y complicar la fuga!

Mientras tanto, el resto del grupo se acercó hasta el carruaje al grito de ¡Marqués! ¡Marqués! sólo para descubrir que quien se hallaba en su interior no era la persona esperada, sino otro oficial francés acompañado, esta vez, por tres soldados. Los guardias descendieron y, apuntando a los protagonistas con sus rifles, les invitaron entregarse sin ofrecer resistencia. ¡Entgeguen las agmas y guíndangse! Dijo el oficial con su mejor castellano.

¡Chan chan chan!

¿Qué estaba pasando? ¿Dónde estaba el Marqués? ¿Acaso alguien había descubierto el plan de secuestro y el propio pretendiente francés venía a impedirlo?

Como suele decirse, continuará…

Enlace a 3ª parte.

1ª sesión: Un domingo por la mañana…

Corría el año de Nuestro Señor de 1808 y los protagonistas de nuestra historia se hallaban reunidos en una taberna madrileña aquel domingo 1 de mayo, en aquellos tiempos en que obreros y sindicatos todavía no salían a la calle. Habían sido convocados por el Marqués de Navarrete para desayunar y ponerse al tanto de las últimas noticias.

El variopinto grupo estaba compuesto por el Barón Simón,  amigo del Marqués y oficial expulsado del ejército por discrepancias con los franceses; Don Aquiles, secretario del Barón e ilustrado que oculta ciertas simpatías por los franceses; el mosén Iván, antiguo párroco castrense en deuda con el Marqués; y Pepe Gatillo, soldado que se encarga de los asuntos sucios del Marqués.

Estando en la taberna apareció el Marqués en persona, elegante y apuesto, para aclarar el motivo de la reunión. Tras saludar convenientemente a cada uno de los miembros del grupo según su estatus social (privilegiados y no privilegiados) empezó a preguntarles por sus opiniones sobre la situación del país, la presencia de las tropas francesas, las nuevas ideas venidas de Francia, el exilio de la familia real…

De esta manera empezaron los jugadores a meterse en la piel de sus personajes y a responder según la situación de éstos, no según sus inclinaciones propias. También sirvió para constatar si habían estado atentos durante las explicaciones en clase, porque cuando juegas a rol con tu profesor no puedes bajar la guardia ni un momento.

Tras romper el hielo con una charla relajada el Marqués expuso el motivo de la reunión. Resulta que hace poco coincidió en una fiesta con la joven más hermosa de Madrid, la hija del Señor Santa Rita, proveedor de alimentos de la ciudad de la Villa y acaudalado burgués. Su belleza dejó prendado al Marqués quien, desde que enviudó, busca a una joven que dirija su casa. Además, según cuenta él, la joven está igualmente interesada en la relación. Sin embargo, su padre no quiere oir hablar de matrimonio porque, se comenta, hay un oficial francés de alto rango que anda detrás de su hija. ¿Y qué idea corre por la cabeza del Marqués? Raptar a la novia esta misma noche, llevarla a Toledo, a casa de unos amigos, y celebrar allí la boda, contraviniendo la voluntad del padre de la muchacha.

Pero para llevar a cabo el secuestro el Marqués necesita ayuda. Aquí entran los jugadores, que deben averiguar cuánta gente vive en la casa, cómo es por dentro, quién trabaja allí, etc.

Justo antes de abandonar la taberna, los personajes observan cómo el Marqués lanza miradas desconfiadas a uno y otro lado de la calle. ¿Sospechoso?

Cuando se quedan solos, los protagonistas empiezan a trazar un plan que, por muy absurdo que sea y pese a los consejos del máster, deciden ejecutar. Según el plan, el soldado, que va vestido de paisano, será el encargado de entrar en la casa con la excusa de que hay un ladrón mientras el resto del grupo espera en la taberna. Como era de esperar, el servicio de la casa no se traga la mentira, ejecutada torpemente. Muy torpemente.

-Toc toc

-Buenos días, ¿Qué desea?

-Yo… soy un soldado

-Ya…

-Y creo que hay un ladrón…

-¿Dónde?

-En su casa… creo…

Y así… hasta que vieron que aquello no funcionaba. En la taberna decidieron otras alternativas, más complejas aún… El Barón Simón decidio tirar de contactos para obtener una orden falsa que le permitiera patrullar las calles con su amigo el soldado, y pese a lo absurdo de los argumentos consiguió un documento que por lo menos autorizaba a salir de noche sin resultar sospechoso a las rondas nocturnas. Luego, decidieron que el soldado debía ir al cuartel a por su uniforme y sus armas para poder entrar en la casa del burgués Santa Rita. De nuevo la situación fue un tanto ridícula.

-Hola… soy un soldado y vengo a trabajar.

-Hoy no le toca a usted.

-Ya pero quiero hacer horas extras.

Ni siquiera la intervención del Barón Simón arregló las cosas, quien, con la excusa de que un soldado le había mirado mal, intentaba abrirse paso hasta las salas comunes de la tropa.

Y mientras tanto, el secretario y el cura esperaban en la taberna… toooooda la mañana.

A la hora de comer, y tras no haber conseguido nada relevante, decidieron ir a hablar con los vecinos y observar la casa, su movimiento, su ajetreo cotidiano… El párroco hizo su intento de entrar en la casa. Así, con la excusa de que se marchaba de la ciudad para siempre había decidido entrar a bendecir todas y cada una de las casas de Madrid. No tuvo éxito. Sin embargo, preguntando más o menos discretamente a los vecinos consiguieron averiguar quién componía el servicio y en qué consistían los negocios del Señor Santa Rita.

Y por fín, a media tarde, lograron entrar en la casa. La excusa fue el interés por comprar el inmueble por parte del Barón, quien logró que el propio Santa Rita le mostrara la casa por dentro y que, incluso, le invitara a cenar. Lo curioso es que, y aún están dándole vueltas a esto, el burgués se mostrara tan simpàtico pese a haber pifiado el Barón las tiradas de engañar. ¿Por qué?

Enlace a la 2ª parte.

Napoleón y cartas de Magic: Una nueva aventura con alumnos

Terra

Por esta razón no publico tanto como me gustaría…

Con algo de retraso (he de reconocer que la mudanza y adecentamiento de un piso exigen mucho tiempo) por fin me he puesto manos a la obra con un nuevo grupo de jugadores/alumnos para enseñarles algo de Historia y gestión del tiempo libre. Sin embargo, la aparición de un nuevo competidor (en realidad otra forma de ocio) ha estado entorpeciendo el que hubiese sido el desarrollo normal de las sesiones. Resulta que Magic The Gathering ha entrado con relativa fuerza en el nuevo grupo de jugadores, y parte de la culpa es mía, que me puse a enseñarles a jugar en la hora del patio.

En fin. Hace unas dos o tres semanas, mientras explicaba el Antiguo Régimen, un alumno de 4º de ESO vino con una triple necesidad de información:  Primero, ¿Qué hizo Napoleón?; segundo, ¿Vas a volver a hacer eso de los juegos de rol?; y tercero, ¿Tú conoces Magic?

Así que, solícito, me propuse atender sus preguntas y, de este modo, me encontré de nuevo enseñando Historia y jugando a rol los lunes por la tarde y haciendo clases de Magic a la hora del patio.

Resultaba evidente que, por alguna razón, Napoleón había despertado el interés de alguno de mis alumnos, y no es para menos. Como personaje histórico sus campañas son grandes trasfondos para aventuras sin par y para grandes juegos de mesa. Muchos alumnos se sienten maravillados cuando ven cómo Napoleón lideró sus tropas desde Francia hasta Rusia. Otros exclaman ¡Qué jefe! cuando se les explica cómo se coronó a sí mismo emperador dejando al Papa con cara de ¡WTF! Ese bribón corso, que salva a Francia, domina Europa, es derrotado, enviado a la isla de Elba, se escapa, rehace su ejército, planta cara de nuevo a las monarquías europeas para ser derrotado y desterrado definitivamente a Santa Helena es todo un fenómeno. ¡Eso es una aventura!

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PJs, PNJs y esbirros franceses

En mi cabeza se formó una idea: Napoleón + juego de rol = 1808 o al menos fue lo primero que pensé. Sin embargo,  es un juego que nunca he puesto en práctica y cuyo sistema no domino. Sabiendo que no iba a tener tiempo de preparar algo decente,  decidí coger el Sistema Madre de Ludotecnia y hacer unas fichas para la ocasión.

Como escenario decidí hacer una fusión entre la aventura introductoria de 1808 y Un asunto de honor, del básico del Capitán Alatriste. El objetivo sería sencillo: rondar a una hermosa madrileña. Sin embargo, como suele pasar en cualquier aventura, nada es lo que parece y los personajes se ven involucrados en un sucio asunto de traición y espionaje. Por cierto, ¿Os había dicho que la visita a la casa de la muchacha acontece el 1 de mayo de 1808 y que al día siguiente se arma la de Dios?