Por fin, con un poco de retraso respecto a la fecha prevista los alumnos han podido poner a prueba el funcionamiento de su wargame.
Hemos optado por jugar sobre el tablero grande, es decir, uniendo dos cartulinas grandes. Los 10 alumnos del aula (número excepcional que se ha dado debido a varias circunstancias) se han distribuido en dos equipos de 5, egipcios de verde, hititas de rojo.
Los primeros 15 minutos los hemos dedicado a recordar las reglas, y preparar un espacio de juego adecuado. Una vez hecho esto los dos equipos se han lanzado a comprobar cómo era en la práctica el juego que habían diseñado sobre el papel.
Cada jugador se ha hecho cargo de dos fichas, repartidas al azar, y el faraón/rey era dirigido entre todos por consenso.
En la primera partida ha imperado la prudencia, las fichas se desplazaban perezosamente por el tablero por miedo a perderlas en combate. Los arqueros , con su movimiento libre en diagonal, han sido utilizados como arietes contra el enemigo. Como era de esperar, su exposición los ha hecho desaparecer rápidamente. Sin embargo, los egipcios han reservado una unidad de arqueros que se ha lanzado a tomar Qadesh, reteniéndola el tiempo suficiente para ganar, ya que las tropas hititas, avanzando son demasiada precaución, no han llegado a tiempo para expulsarlos.
Todavía quedaba tiempo para empezar una partida más. El objetivo cambiaba, pues ahora se trataba de capturar al rey/faraón enemigo. Lamentablemente, la partida no ha podido acabar, aunque los hititas se habían acercado bastante a Ramsés.
Los propios alumnos han constatado las debilidades de su creación en esta primera prueba. La más destacable es el sistema de resolución de combates. Jugar a pares o nones no es de fiar, pues hay dedos que aparentan estar en una posición o en otra y lleva a discusiones estériles. En la segunda partida ya habían adoptado los dados como sistema más preciso. Otra limitación era el movimiento de algunas fichas, como la infantería, moviendo de uno en uno en un espacio tan grande, o los carros, a los que habrían querido dotar de más movilidad.
En mi opinión, o al menos eso me gustaría creer, la experiencia les ha servido para constatar tres cosas. Primero, que ellos pueden crear y tomar la iniciativa sin esperar a que los juegos los inventen otros. Segundo, que los trabajos no se acaban en la primera versión, pues requieren de pruebas y correcciones. Tercero, que una estrategia colectiva requiere del consenso y la reflexión.
Hasta próxima ocasión, el juego se queda a buen recaudo en el departamento de sociales, con la esperanza de volver a ser usado para reflejar cualquier otro acontecimiento. Hay rumores de que suenan campanas de guerra entre espartanos y persas en el paso de las Termópilas…